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Descanso, reflexión y celebración

¡Buenos días!
Este es el último boletín de República política del 2025; bueno, sí, pero no. El lunes 22 y martes 23 les llegará, como todos los días, nuestro boletín, pero contendrán los hilos más leídos y competidos del año. Los “grandes éxitos”, por decirlo de alguna manera.
Los días que vienen debiesen traer solaz, familia, amigos y fiesta. Con ello, también, los ineludibles recuerdos de quienes ya no están físicamente con nosotros, pero que viven en nuestras mentes y corazones.
Les deseamos días de paz. Difícil, en la ciudad, con el tráfico a tope; sin embargo, también les deseamos paciencia y tener presente que, aunque largo, el trayecto nos lleva hacia los nuestros que nos esperan en casa.
La navidad celebra el nacimiento de Jesús; para quienes no son cristianos, también puede representar [re] nacimiento de la esperanza y buenos deseos.
El año nuevo, sin el cariz religioso, por supuesto, un poco más de lo mismo. Una nueva vuelta al sol, una página en blanco, un nuevo motivo para continuar o volver a intentarlo.
Un buen amigo, exembajador de Argentina en Guatemala, Félix Córdoba Moyano (†), a los amigos, solía expresar sus buenos deseos con una palabra de su invención: “sandanga”; él le atribuía un significado que resume lo que estos próximos días deben ser para todos: paz, amor, felicidad, dinero, imaginación, fantasía, humor, unión, libertad, tiempo, ganas y conciencia para gozar de todo ello.
Regresaremos con nuevos bríos y ánimos el 5 de enero. Hasta pronto.

Gérman Gómez
Nahualá y Santa Catarina Ixtahuacán: varias versiones del enfrentamiento
575 palabras | 3 minutos de lectura

Los conflictos entre Nahualá y Santa Catarina Ixtahuacán, Sololá, no son algo nuevo. El problema surgió desde 1871 con la separación del primer municipio. Antes, era un cantón. La disputa territorial subió de tono en los últimos años, con varias víctimas mortales. Según algunos registros, con los fallecidos de este fin de semana suman 44 en la última década.
El conflicto ha desafiado la capacidad del Ejecutivo, del Ejército y de Gobernación en distintas administraciones.
Por qué importa. Los diálogos entre las autoridades mayas, municipales y el gobierno iniciaron en 1999 en la presidencia de Álvaro Arzú. En ese momento, se alcanzaron acuerdos, pero nunca se materializaron. El problema radica en la falta de límites territoriales. La disputa son varios kilómetros que integran ocho fincas entre ambos municipios.
Los pobladores se enfrentan a balazos con frecuencia. Alegan que una parte del territorio les pertenece, y cada municipio tiene documentos que aseguran que respaldan su versión.
A la fecha, hay un inconcebible hermetismo sobre el verdadero límite entre los municipios. A pesar de las mediciones realizadas por el Instituto Geográfico Nacional (IGN) y el Registro de Información Catastral (RIC).
El sábado pasado, se registró el más reciente enfrentamiento en la zona. Según el registro oficial, hubo 14 víctimas. Ninguna fue enviada al Instituto Nacional de Ciencias Forenses de Guatemala (Inacif).
Entre líneas. La versión oficial descarta un enfrentamiento entre comunidades. Afirma que grupos armados realizaron un ataque directo al destacamento militar que se encuentra en la zona. Las armas que utilizaron fueron de grueso calibre. Una de las justificaciones que utilizó el Gobierno para atribuirlo al crimen organizado.
Según los vecinos, no saben cómo aparecieron las armas en los municipios. Los grupos armados, que no son de Nahualá y Santa Catarina Ixtahuacán, aparecieron por primera vez hace una década.
La versión oficial del Gobierno se contradice con un informe de la Policía Nacional Civil (PNC), elaborado por elementos que atendieron la emergencia.
La Subestación 72-1-1 documentó que varios vecinos pidieron apoyo para atender un ataque armado en la aldea Pachipac, Nahualá. En el lugar se encontraban cinco personas fallecidas.
Sí, pero. Los disparos se escucharon en el área montañosa; provenían de personas armadas y de elementos del Ejército, ubicados en el lado de Santa Catarina Ixtahuacán, según se lee en el informe. Los agentes de la PNC se identificaron, pero los disparos no cesaron.
Manuel Guarchaj, alcalde de Nahualá, indicó que las cinco víctimas del sábado pasado, de la aldea Pachipac, eran integrantes de la familia Yaxón. Según él, fueron torturadas.
También afirmó que intentó contactarse con la secretaria privada de la Presidencia, Ana Glenda Tagler, para buscar una solución al conflicto, pero no respondió.
En 2022, el expresidente Alejandro Giammattei estableció dos destacamentos militares. Uno en la cabecera, pero en la actualidad solo está vigente el que fue atacado, según la versión oficial.
En conclusión. El enfrentamiento de Nahualá y Santa Catarina Ixtahuacán es un conflicto territorial sin resolver. El Estado lo ha postergado por décadas. Las versiones oficiales, comunitarias y policiales del último ataque no coinciden. Esto genera desconfianza y dificulta acuerdos entre los municipios.
La ausencia de límites territoriales claros, pese a mediciones técnicas previas, mantiene viva una disputa que se traduce en muertes y ciclos de venganza.
El Estado “atiende” el conflicto, pero no lo previene ni lo soluciona. Tampoco tiene presencia ni control de lo que sucede en los municipios, territorios sin ley.
Glenda Sánchez
CSJ: sin presidente y con poder decisivo
511 palabras | 3 minutos de lectura

La Corte Suprema de Justicia (CSJ) y el Organismo Judicial (OJ) cerraron 2025 con bajo perfil público. La atención se concentró en antejuicios, creación de Salas de Apelaciones y una fallida elección de la presidencia. El resto de su labor pasó desapercibida. Este “ciclo de trabajo” complica evaluar resultados y anticipa disputas más intensas en 2026 por los procesos de postulación.
En perspectiva. En 2025, la CSJ y el OJ operaron con discreción institucional. La opinión pública reaccionó solo ante crisis puntuales. La ausencia de evaluaciones de desempeño limita un balance objetivo. La falta de gobernanza interna y la mora judicial marcaron el año.
El OJ enfrentó más casos que el año anterior. Hubo avances en sentencias y gestión. Sin embargo, la mora persiste como problema estructural que afecta la justicia pronta.
La CSJ fue cuestionada por la creación de 17 Salas de Apelaciones; aunque la Constitución faculta a la CSJ para crearlas, el método empleado para integrarlas provocó dudas.
La elección del presidente de la CSJ evidenció presiones; la tensión provocó que los grupos tradicionales se fragmentaran en más de tres, lo que intensificó los desacuerdos. A la fecha, la presidencia es interina.
Datos clave. La presidencia del OJ se volvió una ficha estratégica. Define administración, presupuesto y nombramientos. Algunas decisiones del pleno requieren nueve de 13 votos. La correlación de fuerzas favorece bloqueos y jornadas sin acuerdos, tal como ocurrió en procesos anteriores.
Los ingresos de casos en el OJ crecieron de 483 801 en 2014 a 800 257 en 2024. Los picos de 2018 y 2019 presionaron juzgados y personal.
Operan 762 órganos jurisdiccionales, 80 más que en 2014. La complejidad de casos varía por territorio y materia.
Las sentencias aumentaron a 12 435 en 2024. Persisten obstáculos logísticos. “Hay casos que requieren una logística muy grande”, según David Casasola, del Centro de Investigaciones Económicas Nacionales (CIEN).
Lo que sigue. En 2026, la relevancia de la CSJ se amplificará. Postulaciones, impugnaciones y antejuicios definirán el tablero previo a elecciones generales de 2027. La CSJ, la Corte de Constitucionalidad y el Congreso actuarán como filtros decisivos del sistema electoral.
La presidencia del OJ será clave en la postulación del fiscal general del Ministerio Público (MP). Su peso atraerá operadores, partidos y gremios.
Los antejuicios ganarán centralidad. Pueden presionar candidaturas y autoridades electorales, con impacto directo en la competencia.
Cumplir plazos y transparentar decisiones será vital. Sin eso, la justicia pierde legitimidad y previsibilidad institucional. Las decisiones no se jugarán solo en las urnas, sino en cortes y despachos con poder para incidir antes de la campaña.
En conclusión. El bajo perfil de la CSJ limitó la rendición de cuentas. La mora judicial, la creación cuestionada de Salas de Apelaciones y la falta de consenso para elegir presidente evidenciaron fisuras internas.
La presidencia interina refleja un sistema atrapado. Las postulaciones, los antejuicios y las impugnaciones convertirán a las cortes en filtros clave rumbo a 2027.
Sin respeto a plazos y transparencia, la justicia no solo administrará conflictos: condicionará el juego electoral antes de que inicie la campaña.


Estas memorias firmadas por Juan Carlos I constituyen una narración seductora e incómoda a la vez. Un ajuste de cuentas con la historia —y consigo mismo— desde una voz que sabe que ya no ocupa el centro del escenario, pero que se resiste a desaparecer sin dejar su versión.
No hay solemnidad impostada ni grandilocuencia. Con auténtica dimensión humana, el autor habla del desgaste personal, la presión constante, los errores y sus consecuencias. Escrito con un pulso conversacional, casi de sobremesa, donde la anécdota abre paso a la reflexión y la ironía aparece de forma inesperada. Ese estilo cercano convierte capítulos potencialmente áridos —política de Estado, equilibrios institucionales, diplomacia— en episodios vivos.
Se articula como un viaje con estaciones bien elegidas y definidas: la Transición, los momentos de mayor tensión política, las relaciones con líderes nacionales e internacionales, la construcción —y erosión— de la figura del monarca…
Otro atractivo: las citas. Hay muchas que son memorables. Frases cortas, afiladas, que condensan una época o un dilema. Algunas rezuman pragmatismo; otras, una sorprendente franqueza.
Es incluso divertido en los retratos humanos. El rey emérito se permite pinceladas humorísticas al describir encuentros y desencuentros, pequeñas escenas donde el protocolo se quiebra y se asoma lo imprevisible. Y es que la anécdota reveladora ilumina más que una página de análisis.
El interés histórico es innegable. No tanto por aportar datos inéditos —que los hay— como por la mirada propuesta. Reivindica decisiones, contextualiza silencios, explica prioridades. Su tesis central: la reconciliación como tarea permanente.
Hay aspectos críticos. En ocasiones, cae en una autoindulgencia perceptible. Hay momentos donde la autocrítica se queda corta o llega envuelta en elegantes justificaciones. Pesan algunas ausencias. Otros temas se rozan sin profundizar o se presentan de manera elíptica. Sin embargo, esto no anula el valor del conjunto. Permite leer entre líneas, confrontar versiones, evaluar silencios.
Para el lector latinoamericano este es, además, el relato de un puente tendido durante décadas entre España y una Hispanoamérica que cambiaba de piel. El autor describe la diplomacia sin corbata. España buscó —y muchas veces logró— ser un interlocutor confiable cuando otros actores internacionales contemplaban la región con desdén o recetas prefabricadas. Para Hispanoamérica, acostumbrada a la volatilidad de las alianzas, esta constancia tuvo peso.
Fundamental es, asimismo, el contenido cultural. Juan Carlos I entiende que la comunidad iberoamericana se sostiene en símbolos compartidos: la lengua, ciertos códigos de humor, una manera similar de discutir el poder. La cultura aparece como diplomacia blanda antes de que se acuñara el término.
Insiste en la importancia de las transiciones pactadas, del reformismo paciente, de evitar el todo o nada. Para países marcados por rupturas bruscas, este testimonio de quien apostó por el equilibrio en contextos inflamables invita a la reflexión.
Hay, además, un aspecto casi literario que conecta con la sensibilidad latinoamericana: el relato del poder como destino personal. Juan Carlos I se presenta como individuo atravesado por expectativas, errores y lealtades. Una humanización del poder que dialoga bien con una tradición que prefiere los personajes contradictorios.
Permite repensar la relación con España desde la experiencia, no desde el tópico; desde la política real, no desde la nostalgia. Casi podría decirse que la obra se disfruta más cuanto más lejos se lee de Madrid.
En suma, Reconciliación no es una simple coartada autobiográfica. Es una lectura atractiva, polémica y estimulante. Ágil, clara, con una prosa funcional aunque eficaz. No convence a todos, ni lo pretende. No contiene florituras; busca impacto. Y lo consigue.
Para todos aquellos interesados en historia, política o simplemente en grandes personajes enfrentados a su legado, este texto merece atención y debate.
Un buen libro en el sentido exigente del término: arriesga, provoca, entretiene y obliga a pensar.
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