Diputados opositores, cual fariseos

¡Buenos días!

Ayer se “conmemoró” el quinto aniversario del anuncio del primer caso de covid-19 en Guatemala, y es oportuno repasar un poco de lo que, a la postre, se sabe.

Las restricciones a las libertades individuales fueron una violación a derechos fundamentales. No hay otra forma de verlo. Gobiernos en todo el mundo las impusieron con la excusa de controlar la pandemia, pero muy rápido se dieron cuenta de que era para controlar a sus ciudadanos. Y eso les gustó.

Tuvieron cómplices que dócilmente se convirtieron en émulos de los “Comités de Defensa de la Revolución” cubanos, y reportaban a las autoridades las actividades de sus vecinos. Chivatos. Dicho sea de paso, mostraron sus verdaderos colores de lacayos del autoritarismo.

Más allá de que es casi un consenso —salvo China y la OMS, por supuesto— de que el virus fue creado en un laboratorio con la intención de convertirlo en un arma biológica y que se les “escapó”, la millonaria pérdida de vidas debe lamentarse, pero también servir como ejemplo de cómo, con cualquier excusa, el poder abusa en contra de los ciudadanos.

A la luz de ello —y de otras cosas que no salen a la luz pública— la “locura” de Donald Trump de sacar a los EE. UU. de la OMS no resulta tan disparatada, ¿a que no?

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Los 63 diputados que votaron contra el aumento, pero no mueven un dedo para revocarlo

Competencia por la Competencia

El Rincón de los Libros | Demagogias centroamericanas

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Ana González
Los 63 diputados que votaron contra el aumento, pero no mueven un dedo para revocarlo
598 palabras | 2 mins de lectura

Ser uno de los 63 diputados que votaron en contra del aumento salarial, parece suficiente para que los llamados padres de la patria puedan tener “la conciencia tranquila”, al asegurar que se opusieron al incremento —que se hizo efectivo el 28 de febrero—, con montos que alcanzaron los GTQ 66 300 y otros que oscilaron entre GTQ 82 300 a GTQ 97 000 para los integrantes de la Junta Directiva. 

Qué destacar. Aunque los congresistas se opusieron, solo dos accionaron en la Corte de Constitucionalidad; uno de ellos fue más allá y presentó una propuesta de acuerdo para revertir la medida.

  • Los 23 legisladores oficialistas decidieron donar el incremento salarial a obras sociales, en un intento por acallar las críticas en su contra, pero no movieron un dedo para revertir la decisión.

  • En general, los 63 parlamentarios guardaron silencio, sin presentar ninguna propuesta, cómodos, sabiendo que las críticas se dirigen principalmente hacia el Movimiento Semilla, que se vendió como un partido “diferente”.

  • Estos diputados confían en que, más temprano que tarde, la ciudadanía pase la página y olvide los jugosos salarios que ahora disfrutan y comprometen, una vez más, el dinero que todos los guatemaltecos pagan con sus impuestos. 

Datos clave. La votación de la enmienda que dio vida al incremento salarial se registró a las 23:11 del 26 de noviembre de 2024. El registro del Congreso establece que se opusieron dos diputados de TODOS; cuatro de VALOR; 23 de Semilla, siete de VAMOS, ocho de CABAL, siete de la UNE, tres de VOS, dos de Visión con Valores (VIVA) y los dos de la bancada Unionistas, un voto de las bancadas Winaq, Azul, Victoria y uno más de CREO.

  • Llama la atención que VIVA, Creo y Cabal, registraron votos en contra, pero sus integrantes en la Junta Directiva aprobaron el informe financiero que avala el aumento, sin consultar al pleno, tal como lo ordenó la Corte de Constitucionalidad.

  • Cristian Álvarez, de Creo, votó en contra, pero José Pablo Mendoza, quinto secretario, firmó a favor. Ocho diputados de Cabal se opusieron, pero su representante, Kevyn Escobar, tercer vicepresidente, dio el visto bueno.

  • Tres diputados de Valor votaron en contra, pero el segundo vicepresidente, Jorge Ayala, aprobó el aumento. En el caso de VIVA. Evelyn Morataya votó en contra, pero su compañero, Jorge Castro, primer vicepresidente, hasta defendió el incremento, argumentando que “era necesario”. 

Entre líneas. La CC en un comunicado de prensa, publicado el 12 de febrero de 2025, resaltó que “debe aprobarse el plan de readecuación propuesto por parte del pleno [...] para poder emitir el aumento al salario”.

  • Se entendió que previo a que entrara en vigor el aumento, los diputados tendrían que avalar el informe financiero; se incumplió.

  • El secretario general de (VIVA), Armando Castillo, solicitó un amparo, sin embargo, no ha sido resuelto.

  • Hasta ahora, revocar el incremento está en manos de los congresistas, que es una decisión que parece no interesarles. 

En conclusión. Los diputados no tienen intención de dar marcha atrás, y esto queda claro, ya que quienes votaron en contra no parecen preocupados por revertir lo acordado. Aunque saben que el tema les genera críticas, confían en que pronto quedará en el olvido para los guatemaltecos.

  • Con el paso de los días, será cada vez más difícil que este asunto se aborde en el pleno, pues probablemente la mayoría de los parlamentarios ve con una sonrisa cómo aumentó su cuenta bancaria.

  • Queda por ver si la ciudadanía, que ahora está indignada, decidirá castigar a los 160 parlamentarios en las elecciones de 2027, cuando traten de que el asunto no sea recordado.  

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Por: Glenda Sánchez

Avances. Con la convocatoria de la Junta Monetaria (JM), se concluyó —en las tres instituciones destinadas para el proceso— la fase de recepción de expedientes de los profesionales que buscan llegar a la directiva de la Superintendencia de Competencia (SC).  

Esta semana, la Junta Monetaria confirmó que los profesionales inscritos son 32, entre ellos se encuentran Abraham de Jesús Álvarez López, Edgar Rolando Yax Tezo, Kensy Ivette Portillo Cajas y Juan Carlos Rodil Quintana.  

Además, Alejandro González Portocarrero, Hermann Adolfo Majus Wasem, José Luis Gramajo de León, Kevin David Zea Castañeda, Byron Enrique Ochoa Paredes, Mario Alberto Torres López, Saúl Octavio Figueroa Avalos, entre otros. 

El Congreso, el 12 de marzo, terminó con la presentación de pruebas de descargo por los señalamientos contra los postulantes registrados —Marco Andrés Gómez y Juan Carlos Rodil—.  

Mientras tanto, el Ministerio de Economía (MINECO) se encuentra en la etapa de revisión y depuración de documentos. Al concluir ese proceso, prevén trabajar en la elección de la universidad que realizará la prueba de oposición a los aspirantes.  

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El populismo ha sido estudiado desde distintos prismas. Sin embargo, la aproximación desde una óptica centroamericana era limitada. María Esperanza Casullo y Harry Brown Araúz han colmado esta laguna coordinando el libro El populismo en América Central. La pieza que falta para comprender un fenómeno global.  

Nueve escritores analizan cómo el populismo se ha presentado en Panamá, Costa Rica, Nicaragua, Honduras, El Salvador y Guatemala. Suman las experiencias de los países caribeños, República Dominicana y Cuba, que contribuyen a una mejor comprensión y profundización.  

Los autores entienden que el populismo es un concepto que carece de una definición normativa. Una forma política con planteamientos de derecha o de izquierda, según conveniencias electorales; no pertenece propiamente a ninguna corriente ideológica. En EE. UU. y Europa, el populismo en la mayoría de los casos se basa en la pureza del pueblo (en peligro de ser contaminado por la “otredad”). En cambio, en Centroamérica – y Latinoamérica en general – se construye la entidad moral precisamente a partir de la “impureza”. Así, los autores presentan cinco criterios existentes. Como desvío de la teoría de la modernización; como ideología delgada; como tipo de organización política; como tipo discursivo para movilizar a los electores; y por último, como performance pública de las diferencias socioculturales.  

Con todo, el desafío teórico principal es desarrollar una noción amplia que permita incluir todos los elementos manteniendo un núcleo común fijo. Ajustándose a las dinámicas propias del área, los analistas parten de la teoría de la modernización para comprender el populismo histórico en el istmo. Ello, sin olvidar en momento alguno el importante papel desempeñado por discurso, lenguaje, enemigos externos e internos… en el mito.  

Se recuerda al lector que esta narrativa se ha materializado en cuatro direcciones. Hacia arriba, situando a los culpables en la elite política o económica; hacia abajo, responsabilizando a los migrantes del sufrimiento del pueblo; hacia el futuro, cuando el líder promete un mejor porvenir una vez saque a los malos del poder; y hacia el pasado, cuando el iluminado anuncia que logrará el retorno a un pasado quimérico caracterizado por condiciones económicas y sociales generadoras de estabilidad para la sociedad.   

Mas no es objeto de la obra buscar una definición definitiva. Ni defender un determinado enfoque teórico. Lo que se pretende es identificar puntos de partida en el estudio.  

América Central fue el laboratorio para lo que ocurriría en el Cono Sur años después. El centroamericano comparte con el latinoamericano una serie de condiciones que facilitan el surgimiento del populismo, a saber: un marco político y económico caracterizado por altos grados de desigualdad, demandas democráticas insatisfechas, derrumbre de partidos tradicionales, acentuada personalización de la política y una injerencia de una potencia cercana considerada como enemiga.  

No obstante, el estudio muestra que el centroamericano ha sido menos radical que el resto de latinoamericanos. La razón es que, a diferencia de figuras como Juan Domingo Perón, los populistas centroamericanos han carecido de una capacidad transformadora en los asuntos económicos y sociales.  

El populismo centroamericano ha sido motivado por tres factores primordiales:  

Primero, la ausencia de un proyecto económico modernizador. En Guatemala, Honduras, El Salvador y República Dominicana no se desarrolló la industrialización. Por tanto, no hubo tampoco una clase obrera sólida en la que el populismo pudiera sostenerse.   

También, una recurrente violencia política materializada en diversos golpes de Estado, en no pocas ocasiones orquestados, apoyados o con anuencia de las élites políticas y económicas. Muy grave, además, el papel – complejo y ambiguo – jugado por EE. UU. mediante su participación directa o indirecta en estos sucesos.  

Por último, un alto grado de dependencia de Washington. Esta debilidad se combina con el hecho de que no todos los países comparten el mismo antagonista foráneo. En Panamá, EE. UU. fue un adversario constante por la apropiación del Canal; pero en República Dominicana, lo ha sido Haití por los niveles de migrantes y su inestabilidad política.  

El libro cierra con algunas cuestiones para investigaciones futuras: destaca la función que juegan las redes sociales como conducto predilecto para construir relaciones comunicativas directas y asimétricas con el líder; la relación histórica entre EE. UU. y las elites políticas centroamericanas, y el reconsiderar el populismo latinoamericano teniendo en cuenta las experiencias en el istmo debido a las similitudes existentes. 

Al estudio del populismo se le ha prestado una insuficiente atención académica. Sobre todo, teniendo en cuenta sus nefastos efectos pasados y presentes en nuestra región. En este contexto, cabe decir que la obra reseñada es exhaustiva, amén de necesaria. Una lectura capital para todo aquel interesado en la historia política centroamericana.  

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