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Nicolás Maduro: el idiota útil de las potencias extrarregionales

¡Buenos días!
Latinoamérica vuelve a ser el escenario de conflictos entre superpotencias; mientras que durante la Guerra Fría entre Estados Unidos y la Unión Soviética la región puso los muertos, ahora las bajas en la conflagración comercial entre EE. UU. y China parecen ser los países latinoamericanos o, cuando menos, sus economías. Ambas rivalidades son confrontaciones para ejercer dominio global.
Las coincidencias van más allá de escenario; el intervencionismo hegemónico en la política de la región —y su natural reacción contraria— hizo que gobiernos de entonces y de ahora se fuesen hacia la esfera de influencia del adversario de los EE. UU. Si bien antes se trataba de ideologías, ahora es una lucha eminentemente comercial, aunque la finalidad es la misma: controlar el territorio y poder local y aprovechar las riquezas naturales; antes eran bananos, ahora son tierras raras.
El hubris norteamericano hizo que descuidase la relación con sus aliados regionales; ello permitió que China fuese un aliado atractivo, al punto que, cuando menos en Suramérica, el aliado comercial extrarregional más importante –para el 2023– dejo de ser EE. UU. y pasó a ser China (con la excepción de Ecuador y Colombia).
Todo esto adquiere una nueva dimensión con la llegada al poder —nuevamente—de Donald Trump que, con su retórica y volátil carácter, pretende apagar el fuego lanzándole gasolina.
En este nuevo conflicto, como en la Guerra Fría, quienes pondrán las bajas seremos los latinoamericanos.

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•Maduro pretende prolongar su tiranía
•Cómo China está impulsando una guerra digital desde Centroamérica
Rafael P. Palomo
Maduro pretende prolongar su tiranía
635 palabras | 3 mins de lectura

Hoy, Nicolás Maduro pretende consagrar —nuevamente— su tiranía en Venezuela, prolongándose en el poder tras haber perdido las elecciones el año pasado.
Panorama general. La Constitución venezolana manda que el día de hoy, 10 de enero, inicie el nuevo periodo presidencial. Nicolás Maduro, que el 28 de julio de 2024 obtuvo solamente un 33 % de los votos —contra 67 % de Edmundo González— llevará a cabo su investidura; el opositor promete hacer lo mismo.
Aunque el actual presidente tiene el apoyo de los altos mandos del ejército, la oposición seguirá buscando los mecanismos para que Edmundo González gobierne.
González Urrutia, otrora exiliado en España, emprendió una gira de visitas a presidentes de América en lo que anunció sería su regreso a Venezuela.
A pesar de las amenazas de la dictadura, González promete regresar hoy al país, acompañado de una comitiva de 12 ex jefes de Estado —también amenazados por Maduro— arriesgando su vida y libertad.
Entre líneas. La víspera de la toma de posesión fue una jornada caótica. Cientos de miles de venezolanos salieron a las calles a exigir el respeto a los resultados reales de las elecciones que, en un evento sin precedentes, fueron documentados y mejor evidenciados por la oposición que por la autoridad electoral chavista. Entre las multitudes se presentó María Corina Machado, máxima líder de la oposición, tras 133 días sin aparecer, debido a la persecución del régimen.
De acuerdo con el comando de Machado, la opositora fue capturada por las fuerzas de seguridad de la dictadura y forzada, bajo coerción, a grabar videos desmintiendo su captura.
La ganadora de las primarias de la oposición fue puesta en libertad luego de la publicación del video. La alta jerarquía del chavismo, por su parte, niega que haya sido capturada.
El caos se da tras una larga previa de intimidación por la contrainteligencia militar, que advertía a los opositores para no salir a las calles para evitar ser capturados por el régimen.
Qué destacar. Edmundo González es reconocido como el legítimo ganador de las elecciones por hasta 10 países, a pesar de que la máxima autoridad electoral venezolana no lo haga. Entre esos países se encuentra EE. UU., donde tanto Joe Biden como Donald Trump están de acuerdo en cuanto a la postura del país con respecto a Maduro y González. De mantenerse en el poder, Maduro podrá enfrentar una de las políticas más hostiles de parte de EE. UU. contra Venezuela.
Para ello, el presidente electo designó a Mauricio Claver-Carone, confidente de Marco Rubio, como enviado especial del Departamento de Estado (DOS, por sus siglas en inglés) para América Latina.
Claver-Carone, de origen cubano, es conocido por su fuerte postura contra Venezuela y Cuba y su resistencia a cualquier intento de mejorar las relaciones con dichos regímenes.
Al anunciar su designación, Trump afirmó que “es hora de restablecer el orden en nuestro propio hemisferio. Mauricio conoce la región y sabe cómo anteponer los intereses de EE. UU.”. El nombramiento sigue la línea del DOS de recuperar la influencia hegemónica del país en América Latina.
En conclusión. A pesar de la resistencia internacional y el abrumador apoyo popular a la oposición, Maduro se mantiene firme. El recurso del petróleo y el involucramiento del régimen con el crimen transnacional le ha dado al presidente ilegítimo un sostén económico para mantener a los altos mandos militares bajo su control. Sin embargo, la oposición es más fuerte y unida que nunca.
Venezuela se despierta con incertidumbre, pero con la sensación de que la crisis de legitimidad que empezará este 10 de enero no será igual que lo que sucedió en 2019 con Juan Guaidó.
Maduro, sin embargo, sigue teniendo el control de todo el aparato estatal, aunque los mandos bajos y medios ya no reconocen su autoridad.
Hoy empezará un periodo presidencial con dos jefes de Estado, pero solo uno de ellos podrá terminarlo.
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Richie González
Cómo China está impulsando una guerra digital desde Centroamérica
1050 palabras | 5 mins de lectura

En la última década, China ha ampliado de manera exponencial su influencia y presencia en los ámbitos político y económicos de Centroamérica, la región más cercana a la frontera sur de Estados Unidos. A través de una combinación de redes empresariales y donaciones destinadas al desarrollo de infraestructura pública, Pekín ha consolidado su posición en la región, incursionando en sectores que podrían comprometer la seguridad nacional de los países centroamericanos y de su principal adversario geopolítico.
Panorama. Recientemente, el gobierno de Costa Rica anunció el inicio de investigaciones por presunto fraude, soborno y tráfico de influencias, en las que estarían implicados representantes de la empresa china de telecomunicaciones, Huawei, así como funcionarios y exfuncionarios del Instituto Costarricense de Electricidad (ICE).
Esto ocurre tras varios meses de tensiones entre el gobierno de Rodrigo Chaves y la compañía, derivadas de un decreto firmado en 2023 que excluye de las licitaciones para el desarrollo de redes 5G a empresas provenientes de países que no forman parte del Convenio de Budapest, como es el caso de Huawei y China.
El decreto en cuestión, emitido por preocupaciones de ciberseguridad, fue apelado por Huawei ante las cortes costarricenses. No obstante, en una primera instancia constitucional, la apelación fue rechazada, aunque el proceso judicial aún no se ha agotado. A pesar de ello, todo apunta a que Costa Rica busca contener el avance de Pekín en su intento por dominar la infraestructura digital crítica del país.
Las advertencias de las autoridades costarricenses sobre posibles casos de corrupción y la agresiva incursión de China en el sector de telecomunicaciones parecen tener fundamento. Según reportó The Tico Times, en abril de 2024, Huawei presuntamente organizó una fiesta exclusiva para varios empleados del ICE, incluidos funcionarios encargados de supervisar los contratos públicos. Asimismo, en los días posteriores al anuncio de las investigaciones, la embajada de EE. UU. en Costa Rica emitió un comunicado informando que, tras un análisis exhaustivo, se identificaron grupos cibercriminales de origen chino operando en el espacio cibernético costarricense.
El modelo chino. Pekín emplea una estrategia de diplomacia corporativa para impulsar sus intereses geopolíticos, particularmente en Latinoamérica, donde busca operar con discreción y evitar llamar mucho la atención debido a su proximidad geográfica con EE. UU. En este sentido, China prescinde de la necesidad de embajadas tradicionales para establecer y manejar sus redes de influencia en el exterior, apoyándose en el poder y alcance de sus grandes empresas para lograr dicho objetivo.
Las grandes empresas chinas, ya sean públicas o privadas, como Huawei, BYD o Alibaba, están obligadas por ley a contar con un comité del Partido Comunista de China (PCCh) dentro de su estructura organizacional. Se cree que esta disposición se ha extendido incluso a compañías extranjeras que operan en China, como BMW y Volkswagen.
Estos comités reflejan la determinación del PCCh por garantizar que todos los sectores de la sociedad china estén alineados con su visión e ideología. En particular, se centran en las empresas más exitosas, con las cuales el partido puede coordinar acciones a nivel global para avanzar en sus objetivos de política exterior. A cambio, estas empresas reciben generosos subsidios y políticas públicas que impulsan su crecimiento y consolidación en mercados internacionales.
Esto refuerza la percepción de que lo sucedido en Costa Rica es, en esencia, otro intento del PCCh por expandir su influencia en el control de infraestructuras digitales críticas para la seguridad nacional, en lo que tradicionalmente se considera el "patio trasero" de Washington.
Por qué importa. Las instituciones débiles, la pobre infraestructura y la limitada legislación en los países centroamericanos los hacen particularmente vulnerables a ataques cibernéticos y otras amenazas. Esta situación representa, además, un riesgo significativo para EE. UU., que observa cómo su principal adversario geopolítico gana progresivamente influencia sobre activos estratégicos en las proximidades de su frontera sur.
En una entrevista con República, el Dr. Robert Evan Ellis, catedrático de la Escuela de Guerra del Ejército de Estados Unidos y especialista en asuntos latinoamericanos, señaló que, en Guatemala, los representantes de Huawei han tenido una actividad significativa. Entre las principales iniciativas se destacan sus servicios en la nube, así como las alianzas estratégicas establecidas con diversas organizaciones y empresas a nivel regional. Según Ellis, estas colaboraciones podrían generar riesgos de seguridad informática, similares a los identificados en Costa Rica.
A pesar de recientes discusiones al respecto, Guatemala aún carece de una ley de ciberseguridad o de una normativa que proporcione un marco jurídico integral para la protección de la información de las instituciones públicas y las empresas que operan en el país. Esta ausencia normativa incrementa significativamente el riesgo de ataques cibernéticos y, en términos generales, facilita que la infraestructura digital del país pueda ser vulnerada o cooptada por actores externos en cualquier parte del mundo.
Guatemala, uno de los pocos países que aún reconoce a Taiwán, ejemplifica cómo China logra expandir su influencia sin depender de vínculos diplomáticos formales, utilizando su red empresarial como principal herramienta. Según Ellis, en contextos adversos como el guatemalteco, Pekín complementa sus esfuerzos a través de estrategias como otorgar becas a estudiantes, adquirir espacios publicitarios en medios de comunicación y financiar viajes a China para periodistas y empresarios.
El balance. Latinoamérica tiene altas probabilidades de convertirse en uno de los escenarios más relevantes del tablero geopolítico en la próxima década. Los hechos sugieren que la región debería ocupar un lugar prioritario en la política exterior de Donald Trump, dado su enfoque en detener la inmigración ilegal y frenar el avance de China como la próxima superpotencia global.
El nombramiento de Marco Rubio, conocido por su implicación en asuntos internos de los países latinoamericanos, como jefe del Departamento de Estado, sugiere que Washington podría estar preparándose para prestar mayor atención a los acontecimientos de su vecindario al sur.
Todo parece indicar que EE. UU. deberá encontrar mecanismos efectivos para competir tanto con la diplomacia corporativa como con la diplomacia de chequera de China, estrategias con las que Pekín ha logrado ganar el favor de la mayoría de los países en Centroamérica.
Tarde o temprano, Washington deberá destinar más tiempo y recursos para enfrentar los riesgos a su seguridad nacional derivados de la inmigración y la creciente influencia china en el hemisferio occidental. Cuanto antes empiecen, mejor.
*Este hilo fue publicado originalmente en la web de República el 20 de diciembre del 2024
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