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Obras diseñadas para fracasar: el modelo que debe desaparecer
¡Buenos días!
A raíz del triunfo de Donald Trump —y de la marejada roja republicana— en EE. UU. ha habido una suerte de trashumancia de algunas personas —y unos pocos medios— de la red social X, propiedad de Elon Musk, muy cercano al futuro 47vo. presidente de aquel país. Se especula con que lo nombre para un puesto en su gabinete.
Todos los auto exilados son progresistas. Ninguna sorpresa. Son los menos tolerantes y los más sensibles. Cualquier persona que no sea exactamente como ellos, es extremista y, por lo tanto, debe acallársele y de ser posible, castigársele. Nada de disenso, según ellos.
Resulta simpático —por no decir patético— que eso suceda no solo en EE. UU., donde podría más o menos explicarse por el trauma sufrido; también sucede por estas latitudes, y de parte de personajes que no podrían estar más lejos del radar —y de importancia— de Trump o de Musk.
Pero se parece un poco a lo que algunos multimillonarios de la élite de Hollywood habían dicho antes del 5 de noviembre: se irían de ese país si ganaba Trump. Hasta ahora, solo se sabe de una actriz que lo ha cumplido. Nadie más. La élite del entretenimiento en EE. UU. es berrinchuda. En buena parte, es precisamente por ello que los Demócratas perdieron la elección: una absoluta desconexión con la realidad de millones de estadounidenses.
El éxodo “tuitero” es aún más ridículo. Es como que si porque en el internet hay mucha basura y discurso de odio —en algunos países prohibido— se dejase de usar el internet. Claro, es una prerrogativa individual, pero sus motivaciones son infantiles.
Se van a otra red social, a hablar solos. Entre ellos. Tribalismo puro y duro.
En este boletín:
•Monumentos de Corrupción: proyectos diseñados para fracasar
•El reto de Arévalo por elegir a directivos de la SAT
•Comunismo: tragedia latente
Isabel Ortiz
Monumentos de Corrupción: proyectos diseñados para fracasar
754 palabras | 4 mins de lectura
El proyecto del paso a desnivel en la Calzada Roosevelt y 9.a avenida refleja los retos en la construcción de infraestructura pública en Guatemala. La ejecución de este proyecto inició el 1 de septiembre de 2022 —en la administración de Alejandro Giammattei— con el fin de optimizar el tráfico en una de las principales vías de la ciudad.
Según indicó el Ministerio de Comunicaciones, Infraestructura y Vivienda, (CIV), la construcción se encuentra suspendida desde el 30 de abril del presente año, ya que la empresa supervisora Constructora D&D no solicitó extender su contrato en el plazo acordado.
En respuesta, el CIV designó a una nueva supervisora a través de un acuerdo ministerial. Este proyecto está a cargo del Fondo Social de Solidaridad (FSS) y fue adjudicado a la empresa CEBCO por un monto de GTQ 44 956 501, de los cuales se ha pagado ya el 50 %, es decir, más de GTQ 22.2M.
Sin embargo, experimentó su primer parón el 1 de junio de 2023, por la urgencia de rediseñar un colector en la pila No. 5. Este cambio tuvo como consecuencia una prolongación de la fecha de finalización, que se extendió hasta el 1 de mayo de 2024.
Por qué importa. La construcción se encuentra suspendida y el CIV ha solicitado a la contratista que levante la suspensión debido a que no existe impedimento técnico, legal ni financiero para reiniciar la ejecución del proyecto; la empresa, sin embargo, utilizando el recurso de revocatoria establecido en el Decreto Número 119-96 de la Ley de lo Contencioso Administrativo, continúa retrasando el reinicio del proyecto.
No es factible llevar a cabo una nueva contratación mientras la obra se encuentre en un estado de impase. El CIV, atendiendo a los intereses del Estado, busca que, de común acuerdo, se pueda finalizar el contrato con la constructora y eso dé viabilidad a lanzar un nuevo evento para terminar la obra.
Voces. Mario Ceballos, propietario de la constructora CEBCO, indicó que el atraso se debe a que no se registraron las estimaciones de trabajo requeridas para que el CIV pudiera efectuar los pagos correspondientes.
“Estamos parados debido a que la empresa supervisora no desea que realicemos nada”, señaló. Según Ceballos, el CIV tiene la responsabilidad de garantizar la ejecución de los contratos y evitar la cancelación de la obra debido a la falta de pago.
La Dirección General de Caminos (DGC) asignó a una ingeniera para presentar las estimaciones, pero CEBCO notificó que esta se negó a hacerlo, lo cual prolongó la parálisis.
El (FSS) —la entidad responsable del proyecto— señaló que la responsabilidad de falta de ejecución se encuentra en CEBCO. El avance físico es un ridículo 9.28 %.
Qué destacar. Una práctica común en este tipo de proyectos consiste en asignar el contrato, desembolsar una primera cuota, y luego suspender la obra por “razones administrativas”. La siguiente administración hereda estos contratos sin los fondos necesarios para reactivar los proyectos.
La administración anterior, junto con la Contraloría General de Cuentas, colocó estos contratos en una “lista negra” de proyectos que no deben recibir pagos, creando un bloqueo presupuestario que imposibilita continuar o cerrar estos contratos.
A nivel estructural, el sistema de construcción de infraestructura está capturado por redes de corrupción en las que actores locales, como alcaldes y diputados, actúan como contratistas, aprovechándose del presupuesto para financiar proyectos mal planificados que nunca se completan.
Los “monumentos de la corrupción”, como se les conoce a estos pasos a desnivel y puentes inconclusos, son producto de contratos asignados a empresas que sirven a intereses del crimen organizado.
En conclusión. En este contexto, el Estado se ve obligado a realizar desembolsos iniciales a empresas que no cumplen sus compromisos. La suspensión de contratos por administraciones sucesivas es una práctica común, dejando el proyecto incompleto y los fondos retenidos, lo que favorece la corrupción sin que los objetivos de desarrollo se materialicen.
El caso de la Calzada Roosevelt no es único, sino un reflejo de un patrón más amplio en los proyectos de infraestructura en Guatemala, donde contratos de construcción y mantenimiento coexisten y, a menudo, tienen costos similares.
Se requieren reformas estructurales que prioricen la transparencia y permitan la ejecución de proyectos sin interferencias de actores corruptos.
Una ampliación presupuestaria específica podría ser una solución temporal para los contratos actuales, pero sin un cambio en la administración de los contratos y en los controles sobre su cumplimiento, Guatemala seguirá enfrentando “monumentos de la corrupción” que simbolizan la captura del Estado y la pérdida de recursos públicos esenciales para el desarrollo.
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Edgar Quiñónez
El reto de Arévalo por elegir a directivos de la SAT
709 palabras | 3 mins de lectura
La entidad estatal descentralizada responsable de la recaudación tributaria en Guatemala es la Superintendencia de Administración Tributaria (SAT); su directorio es la autoridad máxima. Estas últimas semanas del año, el presidente Bernardo Arévalo tiene la responsabilidad de elegir a dos de los seis postulantes para integrar el Directorio.
En perspectiva. La elección no será fácil; los seleccionados deben llenar los requisitos establecidos el pasado 26 de agosto por la Comisión de Postulación: tener nacionalidad guatemalteca; ser mayor de 40 años; poseer una reconocida honorabilidad y capacidad profesional; encontrarse en el goce de sus derechos civiles, y ser profesional acreditado con grado académico de licenciatura o postgrado en Ciencias Jurídicas o Ciencias Económicas.
Aunado a lo anterior, los elegidos tendrán que haber ejercido la profesión mencionada anteriormente y contar con la experiencia en el ámbito tributario o aduanero, por lo menos durante cinco años. La transparencia es clave para este proceso, tomando en cuenta las tareas que tendrán a su cargo.
Se espera que el presidente se enfoque en la honradez, tomando en cuenta lo que el país ha vivido en los últimos años en torno al tema de la corrupción. Pero, honradez, no como algo relativo, sino más bien que demuestren esa vocación o cualidad por medio de sus acciones y así darle a la población la certeza de que habrá una gestión honesta a futuro. Hay que recordar que la SAT es una de las instituciones que más se prestan para actos de corrupción, como se ha ido demostrando a partir de 2015.
Qué destacar. Los seis postulantes son: Adriana Estévez, quien obtuvo 81.82 puntos en la tabla de gradación; ha sido designada para integrar el Directorio de la SAT en dos ocasiones, en 2016 por Jimmy Morales y en 2020 por Alejandro Giammattei. Actualmente, forma parte del directorio. Gladys Monterroso quien obtuvo 62.60 puntos en la tabla de gradación, también se postula. Este no es su primer intento de integrar el Directorio, pues se postuló en el proceso anterior, logrando quedar en la lista de los seis finalistas.
También se encuentra Julio Roca, quien obtuvo 61.60 puntos en la tabla de gradación y que, además, en 2022 se postuló para el cargo de Contralor de Cuentas. Otro de los candidatos es Abel Cruz, quien obtuvo 61.05 puntos en la tabla de gradación. Es recordado porque, en 2016, estuvo a cargo del Viceministerio de Inversión y Competencia del Ministerio de Economía (MINECO), pero al poco tiempo renunció para asumir la jefatura de la SAT. Sin embargo, en 2019 fue destituido por no haber llegado a la meta de recaudación.
Mario Álvarez obtuvo 58.87 puntos en la tabla de gradación. En 2016 desempeñó el cargo de viceministro administrativo en el Ministerio de Gobernación (MINGOB) y en 2019 formó parte de los aspirantes a representar al Congreso de la República en el directorio del Registro Nacional de las Personas (RENAP). Finalmente, Hugo Chacón, quien obtuvo 51.51 puntos en la tabla de gradación. Laboró en la Dirección General de Aeronáutica Civil (DGAC) y en el Ministerio de Desarrollo Social (MIDES).
Hemeroteca. El 22 de octubre, la Comisión de Postulación para el Directorio de la SAT concluyó con la evaluación de los expedientes respectivos y de los postulantes. En total se recibieron 36 expedientes, de los cuales 14 quedaron en la contienda, hasta llegar a la nómina de seis candidatos. La evaluación se realizó conforme a lo establecido en su momento por la postuladora y el expediente fue remitido al gobernante de manera inmediata.
El 11 de noviembre, el secretario de Comunicación Social de la Presidencia, Santiago Palomo, confirmó que la nómina ya está en manos del Ejecutivo. Ahora es cuestión de esperar y aunque aún no hay una fecha específica para dar a conocer los nombres de los elegidos, afirmó que se han establecido mecanismos de claridad para el desarrollo del proceso. También informó que los seleccionados podrían revelarse antes de la fecha límite.
En conclusión. Es fundamental que el presidente no resuelva a la ligera tomando en cuenta que Guatemala necesita de una SAT verdaderamente técnica y totalmente transparente y fortalecida. Es decir, una institución que no sea politizada y mediática, más bien que responda a una gestión que cumpla con sus funciones, pero principalmente con la meta de recaudación.
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En este corpus de investigación, Sean McMeekin —historiador y profesor estadounidense— examina el comunismo como agente clave de los conflictos del siglo XX. Describe el camino ideológico del idealismo utópico al control estatal y el totalitarismo. Desde los escritos de Marx hasta el resurgimiento comunista en este siglo.
La primera parte del libro —Comunismo en teoría— expone su núcleo de hierro: exigencia de una igualdad total, forzada, material y social.
McMeekin ofrece un minucioso resumen de la obra de Marx. Sobre todo, el Manifiesto Comunista, publicado en 1848. Todas sus demandas giraban en torno a imponer la igualdad. La ola de revoluciones europeas de 1848 reforzó su repercusión. Una vez sofocada, las ideas perduraron. Marx, excelente organizador, creó la Primera Internacional en 1864.
El comunismo ha sido una sucesión de escisiones y purgas. Marx consideraba la pureza doctrinal más importante que su aplicación inmediata. Sus herederos crearon la Segunda, en 1889. Un movimiento unido. La IGM le puso fin, al optar la mayoría por el nacionalismo.
Lenin creó el primer Estado comunista en el caos de una Rusia derrotada y herida en su tejido social. Impulsó el “derrotismo revolucionario”: de ahí su famosa frase “cuanto peor, mejor”.
Esta parte es sabida. La segunda —Comunismo en la práctica— también debería serlo. Pero encubrir sus continuos crímenes ha sido uno de los objetivos de los historiadores de izquierda.
Cuando Alemania —tras su derrumbe en 1918— dejó de financiar a Lenin, el vacío fue cubierto por los millones de toneladas de alimentos enviados por la American Relief Administration. El terror bolchevique pudo gobernar a su antojo: prohibiendo la empresa privada, aboliendo el dinero, disolviendo la familia y la “moral burguesa”.
La oleada de triunfo comunista esperada por Lenin no se materializó. Creó la Tercera Internacional para coordinar mediante purgas la acción en el mundo. A su Nueva Política Económica siguieron Stalin y sus oleadas de terror, dentro y fuera del Partido.
En el periodo previo a la IIGM, la izquierda en ascenso y el miedo occidental a Hitler y la Alemania nazi beneficiaron a Stalin. Nadie le exigió que dejara de matar a su pueblo.
En la posguerra, Europa Oriental y gran parte de Europa Central, cayeron bajo la tiranía y el terror estalinistas. Millones de personas fueron encarceladas, torturadas o asesinadas. Se rebelaron primero los alemanes, luego polacos y húngaros. El peor periodo duró hasta unos años después de la muerte de Stalin en 1953. Su atractivo entre los intelectuales decayó tras las denuncias de Jrushchov. Los disturbios volvieron. Como en Praga, en 1968.
El comunismo se expandió al Tercer Mundo; terror y matanzas masivas acompañaron su ascenso al poder total. Se intensificó en los años del desastre estadounidense en Vietnam. La popularidad e influencia global soviética alcanzaron su punto álgido.
La expresión más terrible fue el sangriento experimento del Año Cero (1975) en Camboya. El comunismo del genocida Pol Pot impuso una nivelación social hasta la igualdad en miseria abyecta.
En 1979, los soviéticos invadieron Afganistán para apuntalar su régimen clientelar en Kabul. Un error que redujo su nada desdeñable atractivo en el Tercer Mundo y Occidente.
Asomaba la esclerosis comunista que se propagó en los 80. Podredumbre, corrupción y estancamiento se instalaron en el sistema. Sus gobiernos quedaron rezagados económicamente, dependientes de los préstamos de Occidente. Comenzaron a vender permisos de salida a individuos de grupos en el extranjero que podían financiar su liberación.
Mijaíl Gorbachov intentó reformar la URSS. Solo logró destruirla. El colapso fue rápido. Protestas populares barrieron los satélites soviéticos. Los chinos, por su parte, rehicieron su economía sin debilitar al Partido ni diluir (oficialmente) el comunismo. El chino no es un nuevo comunismo (de hecho, no lo es en muchos aspectos). Y no está en ascenso, sino en la cima. Tampoco se esfuerza por difundir su ideología donde ha ido ganando influencia.
En la actualidad, Pekín supera a Washington en muchos aspectos. Y en otros menos evidentes, aunque significativos. Así, la economía china es probablemente mucho más productiva y su ejército, sobre el papel más débil que el de EE. UU., más capaz de ganar cualquier guerra real.
El epílogo trata del segundo ascenso del comunismo. Resume McMeekin: “Lo que hizo ‘comunista’ a la URSS es lo que define a los actuales gobiernos de China, Corea del Norte, Vietnam, Laos y Cuba: una dictadura de partido único que impide la oposición legal. Que pretende dirigir y controlar la economía con normas y reglamentos omnímodos. Que fiscaliza, controla y vigila minuciosamente al pueblo en cuyo nombre dice gobernar”.
Se señala el auge del pensamiento autoritario en los países democráticos, con “modernos comisarios del pensamiento”. Lejos de estar muerto, el comunismo como modelo de gobierno parece estar empezando. Gran parte del mundo occidental está convergiendo en un paradigma comunista híbrido de gobierno estatista y control social.
Puede que Rusia ya no sea comunista, pero Stalin es más admirado que nunca. EE. UU. ha perdido poder y prestigio, paralelamente al aumento del poder económico y la influencia de China.
El lector se queda con dos mensajes. Uno positivo: el comunismo, pese a su perdurabilidad, sigue siendo profundamente impopular. Cuando ha llegado al poder, siempre lo ha hecho por la fuerza. Nunca mediante unas elecciones libres. Otro menos: lejos de morir en 1991, ha conquistado gran parte de Occidente. Una seria advertencia.
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